haciendo mis ejercicios (1956 - 1ª parte)

De a poquito se empezaba a llenar el bolsillo de mi mochila.
Este sería el último año completo que pasaríamos en la casa de Burzaco y yo ya estaba con 3 años de edad. Como monótonamente sucede año tras año, llegó mi tercer 24 de enero.

Es probable que aquella historia de la carrera que terminó abruptamente en el pilarcito de una casa, haya sido durante éste 1956 y no un año antes. Pero, bueno... eso es lo de menos. Ahora sirve para replantearme y, digamos, reprocharme cierta actitud mía.
Lo poco que puedo decir de esta etapa "burzaqueña" proviene casi todo de los relatos que hicieron mis viejos, más lo que Héctor recuerda. Me reprocho no haber prestado más atención a lo que me iban contando o, mejor dicho, no hacer un esfuerzo mayor por retenerlos en la memoria. Son esas historias que uno escucha sin escuchar del todo. Supongo que porque solemos estar demasiado ocupados planeando o imaginando la recepción que el fabuloso futuro nos está preparando y esas historias parecen demasiado lejanas como para que nos aporten algo de valor real. Algo concreto y duro, como diría algún español.
Ahora, cuando inevitablemente llega el tiempo de mirar un poco hacia atrás para relanzarnos al intento de vivir sabiendo qué somos y de dónde venimos, nos damos (me doy) cuenta de que esos sencillos detalles hoy parecen importantes. Pero todo está metido en una especie de nebulosa muy densa, y si bien sé que todos esos recuerdos sobreviven en algùn oscuro rincón de mi cabeza, no los puedo ver tan fácilmente.
Creo que inconcientemente creé éste blog como un pretexto para forzar mi memoria, para obligarme a recordar los detalles perdidos. Y hacia allí intento ir.
Todo esto puede parecer poco más que palabrerío sin demasiado sentido, bastante innecesario. Pero es algo que me da vueltas desde hace un tiempo y es bueno decirlo en los comienzos de mis relatos. Es una especie de ejercicio no sólo para mi memoria, lo es también para mi sensibilidad.

No hay comentarios: