De piquetes, cacerolas, traiciones e hipocrecías...

Apenas se le toca el bolsillo, aunque más no fuera por unas pocas monedas, nuestras clases medias altas y burguesas, enseguida muestran la hilacha.

La alta burguesía nacional (y en especial, la agrícolo-ganadera) no había ganado tanto dinero en la historia del país. Sin embargo, apenas se le incrementó un 9 % las retenciones a las exportaciones salieron a hacer un “lock-out” patronal salvaje. Más de dos semanas de un paro con cortes de rutas que no dejó pasar un sólo alimento a los grandes centros urbanos (y a los pequeños, también… dicho sea de paso). Ellos, que tanto se quejaron y se quejan porque aquellos que “su” gobierno menemista dejó en la indigencia más brutal que el país tenga memoria cortaban alguna calle de Buenos Aires para ser vistos… porque si no hacían eso pasaban a ser nada, entes, fantasmas sociales. Porque, además, no tenían un patrón al que hacerle huelga. Ahora, ellos cortan por casi 20 días las rutas de todo el país… pero claro, ellos lo hacen por una reivindicación mucho más justa que los desocupados: no se puede permitir que les recorten un poco sus ganancias. No puede ser que se les impida o se intente frenar la locura de que se le cobre a todo el pueblo argentino el mismo precio por los alimentos que se cobra en Europa, por ejemplo. Siendo un país que puede producir como para alimentar a 300 millones de personas, tenemos al menos 16 millones de argentinos que casi no tienen qué comer porque no pueden pagar lo que pretenden los señores productores.

Lo triste es que los pequeños y medianos productores quedaron pegados a los magnates del campo… a los dueños de los latifundios más impresionantes de toda América Latina. Los pequeños y medianos productores (chacareros y pequeños arrendatarios) hacen las veces de “mano de obra piquetera” para que los señores, sentados en sus cómodos sillones en Buenos Aires terminen negociando a su conveniencia con el gobierno. ¿Acaso los pequeños productores no saben que va a llegar el momento en que los latifundistas terminarán traicionándolos, como siempre lo hicieron?

En definitiva, cuando todo esto termine (al menos temporariamente), quienes habrán perdido serán siempre los mismos: los pequeños y medianos productores y el pueblo más empobrecido.

Fue patético ver a las señoras de Barrio Norte, de Recoleta, Belgrano y de todos los sectores más acomodados haciendo sonar sus cacerolas.

No estoy defendiendo ni quiero defender a éste gobierno, del que tengo mil críticas para hacer (entre otras cosas, el tema de la redistribución de los ingresos, por ejemplo), pero en éste caso, aunque más no sea por una circunstancia determinada, estoy un poquito más cerca y mucho más lejos de lo que siempre estuve de la oligarquía.

Señores del gobierno: es hora de que den algún beneficio a los pequeños y medianos productores del campo… que apoyen más activamente a la pequeña y mediana industria y que usen la inmensa masa de dinero (más de 50 mil millones de dólares) depositada en el Banco Central para crear nuevas y mejores fuentes de empleo para los millones de personas que siguen sin trabajo desde el espantoso período menemista. ¿Para qué queremos tanto dinero debajo del colchón si hay chicos que siguen muriendo de hambre, de enfermedades evitables y que cada vez ven más recortadas las posibilidades de tener una mínima chance de progreso en el resto de sus vidas porque no pueden estudiar o porque sus cerebros se siguen dañando al no recibir la alimentación mínima necesaria?

Dejémonos de boludeces y mentiras.

Al menos esto que pasa ahora sirve para seguir poniendo en evidencia el asco que es la clase dirigente política y productiva de éste país. Claro que seguramente no servirá de nada. Ya veremos, dentro de no mucho tiempo, cómo aquellos que tan entusiastamente abollaron cacerolas el otro día apoyando al campo, van a repudiar cualquier pedido que hagan los medianos y pequeños productores a posteriori del acuerdo de los grandes terratenientes. ¿O nadie se acuerda de aquellos tristes tiempos del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando éstos mismos “ciudadanos” cantaban al paso de los piqueteros: “piquete y cacerola, la lucha es una sola” y, una vez que pudieron ir recuperando de a poco los ahorros que habían quedado encerrados en el “corralito” bancario de Cavallo… empezaron a protestar y a manifestar todo su odio de clase cuando los piqueteros cortaban alguna calle durante una hora para protestar por el abandono en que se los había dejado? Claro, se demoraban 15 minutos arriba de sus autos nuevos y con aire acondicionado… Imperdonable…!!!

No sé si pude expresar claramente lo que quería decir en estas pocas palabras. Lo escribí sin releer ni meditar las palabras. Pero quizás sea mejor así. Tal vez reflejen mínimamente el asco que me da esta burguesía, su insensibilidad ilimitada y su voracidad perpetua.

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