Hoy es uno de eso días, viejo... Un poco difíciles; un poco tiernos





Y si... ya sé que fechas como el "Día del Padre" son creaciones comerciales, pero de todas formas siempre hacen que algunas cosas se nos muevan adentro.


Muchos recuerdos y algunas ideas que van apareciendo sin darme cuenta.


El primero de esos recuerdos es el de varios días que pasamos largos momentos juntos haciendo una red para un arco de fútbol que le pedí al viejo.

Compró dos o tres tirantes de madera con los que armó el arco. No sé las medidas, pero estaba perfecto para un pibe de 10 u 11 años, como yo en esos días.

Despuès compró uno o más ovillos de soga finita para hacer la red.

Creo que sobre una madera larga clavó toda una hilera de clavos, espaciados por igual. Cortó una cantidad de soga en partes iguales y después ató cada una a un clavo. A partir de allí había que atar otras sogas transversalmente, haciendo un nudito en cada cruce.

Así estuvimos, como dije, varios días en el garage de la casa haciendo cientos de nudos.

Finalmente llegó el día y fuimos al fondo, aseguramos el arco y fuimos insertando la red en los ganchos que ya había puesto papá en la parte trasera del travesaño.

Muchas tardes pasé con él, con mi hermano y con mis amigos peloteando en el fondo de casa. El sonido de la pelota contra la red me hacía imaginar que estaba en la misma bombonera de Boca Jrs.


Algunas cosas también se me cruzaron con motivo del Día del Padre. Por ejemplo, una especie de balance de lo que papá se perdió de ver y lo que por suerte no vio.

Para no hacerlo muy largo, creo que lo más importante que se perdió de ver fue a Amílcar, su nieto, hijo de Héctor... y Facundo, su primer bisnieto (el nene de mi hija Anabella y Gustavo).

Y algo más superfluo, si se quiere: La gran campaña de su querido Boca de los últimos años.


Algo de lo que por suerte se salvó de ver fue todo el desastre posmenemista y delarruista, cuando el país era una caldera y lo que se sucedió inmediatamente después. También (y creo que es lo principal) el lento deterioro de los últimos tiempos de mamá.


En fin, papá... estas son apenas unas pocas cosas que quieren sintetizar muchísimo más, aunque eso sea imposible.

Ojalá pudiera decirte todo eso mientras tomamos unos mates...

No se puede, lástima... aunque te lo diga todos los días aún sin darme cuenta.


Un beso y un abrazo, viejo...

Armandito: una de las víctimas de la poliomielitis



Una de las casas que están justo frente al chalet de los Pisano es ésta, la de Armandito. No sé el apellido de la familia, ni sé tampoco si siguen viviendo allí. Incluso, no sé si vivirá Armandito.

Ya había contado antes que la última vez que había ido (antes de ahora) lo ví, sólo. Cosa rara porque siempre estaba acompañado de su madre o su padre. O si no, estaba con todos nosotros, la barra de pibes de la cuadra.

Armandito tenía más o menos nuestra edad. Creo que uno o dos años más que yo.

De chiquito había padecido poliomielitis... Sufrió las consecuencias habituales de esa enfermedad, como es un debilitamiento en sus piernas. En su caso no llegó al extremo de necesitar los aparatos metálicos que necesitan éste tipo de enfermos para poder caminar medianamente bien. Sin embargo, la enfermedad atacó su cerebro. Lo dejó con un severo problema que hizo que Armandito quedara permanentemente con una madurez muy inferior a la normal. Supongo que a estas alturas no ha de tener un desarrollo mental superior a un chico de 8 o 9 años de edad.

Nunca fue rechazado por ninguno de nosotros. Es más, solía compartir unos cuantos de nuestros juegos o de nuestras charlas. Claro, a la pelota no podía jugar mucho por su problema en las piernas. Así y todo, cuando no jugábamos un partido "en serio", participaba.

Por esos años (o mejor dicho, en los años en que todos nosotros nacimos) hubo una epidemia de poliomielitis. No sé si muy tarde o más o menos en los tiempos lógicos, se comenzó con una vacunación masiva de la población infantil... y tal vez (desconozco) a las mujeres embarazadas. Por suerte los casos de poliomielitis fueron siendo cada vez más raros y hoy en día es muy difícil ver a alguien que muestre las secuelas.

Armandito, esa última vez que lo ví, estaba exactamente igual... lógico, con alrededor de 50 años de edad, pero con todo su cabello (ondulado, casi crespo). Todo canoso, eso sí. Flaco como siempre y algo encorvado. Y el rostro que, al contrario de su edad mental, parecía ser el de alguien unos años mayor.

Espero que esté bien él y su familia (por él, principalmente)